lunes, 29 de septiembre de 2008


¿Qué alojamiento preferís para tus vacaciones? ¿Un hotel impersonal, donde todo sea perfectamente estructurado para el confort individual de cada pasajero? ¿O preferís un lugar donde se priorice la camaradería entre los huéspedes, con espacios donde interactuar con gente de todas partes; un lugar donde sentirte parte de la comunidad local, donde sus propios dueños lo son?

Esta es la propuesta de la posada El Cuento del Gainford, un establecimiento metido en la historia de Aguas Dulces, en el corazón de la costa oceánica uruguaya.
comunicate: posadagainford@adinet.com.uy
o por los teléfonos: (0475) 3166, o 099-875284

la correcaminata

Durante nueve años consecutivos se viene desarrollando una mini-maratón, que poco a poco está tomando dimensiones internacionales. El recorrido es desde Barra de Valizas hasta Aguas Dulces, 9 kilómetros por la playa que un creciente número de personas enfrentan año a año, algunos corriendo por los premios, la mayoría trotando o caminando por la simple alegría de participar. Desde las 400 personas inscriptas en la primera edición hasta las 1.532 de la del 2008, la Correcaminata Valizas-Aguas Dulces ha visto desfilar a hombres y mujeres, atletas y aficionados, niños y adultos mayores. Corredores consagrados, como la familia Zamora, o aficionados de todas las edades, como el caso de don Rivera López, quien corriera en varias ediciones, la última de ellas a la edad de 91 años.
Hoy en día, el proyecto que nació de la Posada el Cuento del Gainford, es un evento que la comunidad ha tomado como propio. Se lleva a cabo el lunes de carnaval, uno de los días más agitados del año aguasdulcense.

historia

El origen de la actual posada Gainford está íntimamente ligado a la historia del cabo Polonio. El Cacho Cola, su actual propietario, llegó a la zona a trabajar con el mítico francés, Raymond Bruneaux, con quien estuvo 3 años. Luego de la muerte del francés el Cacho siguió con el transporte al frente de la empresa Acá Polonio, la que finalmente permutó por el viejo hotel Gainford, de Aguas Dulces. Se mantuvo el nombre original, que hace alusión al naufragio del navío Gainford, cuyos restos aún pueden verse cerca de la playa, ocho kilómetros hacia el noreste del pueblo. A la posada se le sumó un pub, que durante años fue un emblema de Aguas Dulces, y que sufriera un incendio en noviembre de 2007. El actual nombre de la posada junta la historia y los sueños de quienes hicieron este lugar, El Cuento representa el proyecto, el trabajo y las ganas de estar aquí que hizo que este lugar creciera y se transformara en lo que es hoy, y Gainford alude a la historia del pueblo de la que la posada es parte.

cabo polonio

El Cabo Polonio es un pequeño pueblo de pescadores enclavado en una punta rocosa que corta la sucesión de playas a unos 15 kilómetros de Aguas Dulces. Cuenta actualmente con una centena de habitantes permanentes, y recibe, literalmente, decenas de miles de visitantes en época de verano. El pueblo, que comenzó a formarse espontáneamente en torno al asentamiento de pescadores y loberos, hoy en día es una atracción turística de nivel internacional, por sus paisajes agrestes, sus colonias de lobos marinos, y por el característico estilo de turismo informal que ofrece.

El nombre.- Algunos sostienen que el nombre del lugar deriva del navío Polonio, que presuntamente naufragó en el cabo la noche del 31 de enero de 1735. Pero estudios realizados por algunos historiadores demuestran que en realidad esto obedece a una confusión; según éstos el naufragio del Polonio nunca existió, y el que sí dio nombre al cabo fue el del navío Nuestra Señora del Rosario, cuyo capitán se llamaba Joseph Polloni, y que naufragó el 31 de enero de 1753 (nótese la similitud en las fechas). Como sea, lo cierto es que partir de entonces el Cabo Polonio fue transformándose en leyenda al ser el causante de una gran cantidad de naufragios, el último de los cuales, el del enorme carguero Taquarí, ocurrió en 1971.


El faro.- El naufragio del Nuestra Señora del Rosario, Señor San José y las Ánimas (tal era su nombre completo) fue el primero, al menos registrado, de una larga serie de naufragios que dieron al Cabo Polonio una siniestra fama entre los navegantes de todo el mundo. Para poner fin a esta serie de accidentes, en el año 1879 se comenzó la construcción del faro, que fue administrado por particulares hasta pasar a jurisdicción del Estado en 1906. Se inauguró el 1º de Mayo de 1881, y sin embargo, a pesar de su luz de advertencia, los naufragios no cesaron; sólo en el año 1892, once después de su puesta en funcionamiento, las aguas del cabo se cobraron cuatro barcos.
Faro de Cabo Polonio: altura: 25,4 mentros - alcance: 20 millas - frecuencia de destello: uno cada 12 segundos


Otros naufragios.- Astarte (1878); Solimões (1892); Rosales, que se hundió a muchas millas de la costa, pero su único bote salvavidas llegó a la playa de la Calavera (1892); Pelotas 1892; Dolores (1892); Gobernador Brooks (1921); Olinda, que no fue un accidente sino que fue hundido en guerra por el navío inglés Ajax (1939); Juan Traverso (1944); Don Guillermo (1952); Vinho Castelo (1957); Ciudad de Salto (1963); Taquarí (1971). Por más información consulte el excelente libro de Juan Antonio Varesse, "De Naufragios y Leyendas de las Costas de Rocha", editorial Fin de Siglo, 1993.

El poblamiento.- Los primeros habitantes del Polonio estuvieron relacionados con las faenas loberas, desde antes de la construcción del faro. Luego el personal de las loberías convivía con el personal de éste. A principios de los años 40 del siglo XX comenzaron a instalarse los primeros pescadores artesanales, atraidos por la demanda de aceite de hígado de tiburón, que en Europa se utilizaba para mejorar la visión de los pilotos de combate durante la segunda guerra mundial. La carne de los tiburones comenzó a venderse como charque, en lo que se conocía como bacalao criollo, lo que hacía muy lucrativa su captura. A mediados del siglo pasado los primeros turistas que se animaban a hacer la travesía entre las dunas, llegaban al cabo atraídos por su fama de lugar salvaje. Al ver el creciente número de visitantes, los pobladores comenzaron a acondicionar carros tirados por caballos para llevar a los turistas al Polonio. Este sistema comenzó a declinar con la llegada del Francés, quien desarrollara una empresa de transporte, primero con un jeep manejado por él mismo, y luego con toda una flotilla de camiones 4x4 acondicionados para andar por la arena. Desde los años '90 hasta el presente el Cabo Polonio ha presenciado un crecimiento desmedido, lo que provocó la intervención del gobierno, en una serie de polémicas demoliciones de ranchos construidos sobre la playa. Hoy en día se observa una estricta prohibición de construir, mientras el Cabo recibe cada vez más turistas como consecuencia de su fama internacional. Por más información se puede consultar "Polonio, Historias y Fotografías del Legendario Cabo", de Eduardo Langguth, editorial Torre del Vigía, 1999. Este libro está "hecho desde adentro", o sea por gente habitué del Polonio, que se dedicó a rescatar la historia y anécdotas del lugar de boca de sus propios habitantes.

Las islas.- El cabo Polonio está conformado por un espolón rocoso que se prolonga mar adentro, dando origen a un grupo de islas cercanas a la costa que se conocen como Islas de Torres. Este grupo lo conforman la Isla Rasa, con bancos de arena utilizados por gran cantidad de gaviotas y otras aves marinas como lugar de cría; la isla Encantada, rocosa y, al igual que la Rasa, con grandes concentraciones de lobos marinos; y el Islote, que la creciente divide en varias islas más chicas.


Los lobos.- En las Islas de Torres se encuentran colonias de reproducción de las dos especies de lobos marinos que habitan la región: el lobo de dos pelos, o lobo fino, mucho más escaso que su pariente, el de un pelo, o león marino. El lobo de dos pelos está en serio riesgo de extinción, y las islas de Torres son uno de los pocos lugares donde se encuentran aún colonias de reproducción de esta especie, que antes ocupaba buena parte de la costa sudamericana. Los machos adultos de lobo fino alcanzan los dos metros y 140 kilos, mientras que los del león marino llegan a los dos metros y medio, y 340 kilos de peso.
En los meses de noviembre y diciembre los machos dominantes se reúnen con su harén, que puede variar entre una y quince hembras, mientras los jóvenes son mantenidos fuera de las colonias de reproducción. Durante esta época las colonias son sumamente ruidosas; madres y crías se reconocen por sus voces, mientras los adultos jóvenes no desaprovechan la oportunidad de atacar a las cachorros, incluso hasta matarlos. Durante el resto del año esta agresividad se disipa, y pueden encontrarse varios ejemplares tomando el sol apaciblemente en las rocas atrás del faro, en el propio cabo.

Las faenas.- Las primeras matanzas comerciales de lobos, más allá de algún aprovisionamiento de su carne por parte de los antiguos barcos que navegaron la zona, se registraron en el año 1806, y realizadas por empresas particulares. A principios de la década de 1910 pasan durante unos años a ser realizadas por el Estado, para volver nuevamente a manos particulares hasta 1949, año en que se crea el Servicio Oceanográfico y de Pesca (SOYP). A partir de entonces las faenas fueron estatales hasta 1992, año de su suspensión definitiva.

Las playas.- El cabo separa sus dos playas. La playa sur, abierta y expuesta al oleaje predominante es una larguísima franja de arena de más de cincuenta kilómetros que recién se interrumpe en el balneario de La Pedrera. Durante el recorrido de estos kilómetros se pasará por varios balnearios que quedaron en proyecto, apenas una serie de terrenos loteados con unas pocas casas en el mejor de los casos. Es un territorio agreste y de complicado acceso, con apenas algunas entradas desde la cercana ruta 10. La playa Norte bordea la ensenada del Polonio, una curva en la costa que se interrumpe en la Punta del Diablo (no confundir con el balneario del mismo nombre) en las inmediaciones de Barra de Valizas. La playa Norte también se conoce como Playa de la Calavera. Algunos atribuyen este nombre a las dunas de arena que los navegantes veían blanquear en la costa, lo que daba la sensación de una inmensa osamenta; otros aseguran que el nombre se debe a los ciento veintitrés muertos del naufragio del acorazado brasileño Solimões, en 1892, muchos de cuyos cuerpos salieron a esta playa en los días siguientes a la tragedia.


Las dunas.- El sistema de dunas móviles, paisaje único en Uruguay, tiene su mayor área en las inmediaciones del Cabo Polonio, y éstas son en buena parte responsables de su fama de lugar salvaje. Han evitado que los visitantes entraran en sus vehículos particulares, lo que hubiera determinado un irreversible daño en los ecosistemas costeros (hoy en día está regulado el tráfico y la prohibición es una cuestión de normativas, pero en épocas pasadas la propia arena oficiaba de barrera infranqueable para la mayoría de los autos). Lamentablemente, hoy las dunas enfrentan varios problemas de conservación, siendo dos los principales: la fijación de la arena por plantas exóticas colonizadoras, y la alteración de la normal dinámica de vientos por una barrera de árboles alóctonos (pinos y eucaliptus) plantados con fines de producción de madera.

La forestación.- En el siglo pasado se hicieron dos forestaciones, paralelas a la ruta 10, que afectaron directamente al sistema de dunas, la primera en la década del '40 y la segunda en los '80. Las grandes extensiones, principalmente de pinos, crean un paisaje que puede resultar atractivo para el visitante ocasional, pero resultan una barrera para los vientos, y por consiguiente para la arena que éstos arrastran. Por otro lado la introducción de especies vegetales exóticas afecta directamente a los ecosistemas naturales, alterando la humedad del suelo y desplazando a las especies nativas. Del bosque psamófilo, un ecosistema autóctono de arbustos achaparrados, resistentes a los constantes vientos y al aire cargado de salitre, y que antiguamente ocupara gran parte de la costa atlántica, ahora sobreviven apenas algunos remanentes de lugares muy puntuales de los alrededores del Polonio.


El pueblo.- Cabo Polonio, a pesar del enorme aumento en la cantidad de visitantes que recibe, aún conserva el espíritu original de lugar salvaje e informal. Únicamente el faro cuenta hoy en día con energía eléctrica, aunque algunos establecimientos y hasta casas particulares poseen generadores o sistemas de energía alternativa, como paneles solares. Tampoco hay agua corriente ni saneamiento; el agua se extrae de cachimbas, pozos de varios metros de profundidad de donde sale límpida y fría.
El Cabo creció desordenadamente, y buena parte de sus construcciones se encuentran sobre terreno fiscal. El resto pertenecen a una cooperativa de propietarios que adquirió un terreno bastante grande, y que comprende todo el sector del cabo propiamente dicho. En este sector no se permiten los establecimientos comerciales. Hay dos posadas diseñadas para el turismo más convencional, pero la mayoría de los visitantes prefieren los alojamientos más rústicos; hay algunas pequeñas posadas que desarrollaron un confort basado en el aprovechamiento de los recursos y el espíritu del lugar, y muchos visitantes prefieren el alquiler de ranchos con las comodidades mínimas, donde se prioriza la tranquilidad y la vida simple por sobre las comodidades citadinas.

Distancias desde Aguas Dulces:
por la playa: 15 kmts.
por ruta: 14 kmts. + 7 kmts. en camiones 4x4

Información: www.aguasdulcesherald.blogspot.com

viernes, 5 de septiembre de 2008

el entorno

Toda la región de Rocha es parte de la Reserva de Biósfera Bañados del Este, área protegida por el programa M.A.B. (Man and Biosphere) de la UNESCO. La elección de esta área para integrar el programa que protege a las más representativas áreas naturales del mundo, se debe a que los bañados del Este uruguayo conforman un humedal de características sobresalientes, donde conviven una gran cantidad de especies de flora y fauna, algunas de las cuales endémicas (o sea que en condiciones naturales solamente subsisten en esta región).

A esta riqueza natural se le suma la belleza de las playas oceánicas uruguayas, de blancas arenas y mar límpido, lo que ha hecho que toda la región ganara, a través de los años, una bien merecida fama como lugar de veraneo para gente de todos los rincones del país, y del exterior.

actividades

Si bien durante los meses de invierno Aguas Dulces permanece en un relativo letargo, el verano es la época en que el pueblo se viste de fiesta para recibir visitas de todas partes. Uruguayos y argentinos son mayoría, pero gente de todos lados pasa por aquí en le temporada estival. Es en estos meses cuando la oferta de actividades es más variada. A la tranquilidad del estilo "sol y playa" se le pueden agregar actividades deportivas, como pesca, surf o sandboard, por mencionar solamente a los asociados con el entorno; excursiones a lugares naturales e históricos; o recorrer el centro a la noche para disfrutar de alguno de los restaurantes o boliches con comidas típicas (no podés irte de Aguas Dulces sin probar los buñuelitos de algas).

aguas dulces

Aguas Dulces es un pequeño pueblo balneario, con unos trescientos habitantes permanentes, que recibe miles de visitantes en los meses de verano. Está enclavado sobre la costa atlántica uruguaya, a unos 280 kilómetros de Montevideo, y 85 de la frontera brasileña, en las localidades de Chuy (Uruguay) y Chui (Brasil).
El balneario siempre se caracterizó por sus ranchos de madera y paja, que se construyeran en forma desordenada sobre los médanos, generándose pasajes y callecitas entre éstos donde otrora era la propia playa. Buena parte de estos ranchos ya no existen; algunos fueron barridos por las crecientes del mar, otros fueron modificados utilizando materiales más modernos. Pero los remanentes de los ranchos originales aún le dan un toque característico al balneario.